sábado, 20 de diciembre de 2014

MIRANDO EL MAR

Me respondiste, siempre me respondiste.
Ingenua, tontamente, como una niña,
aún una adolescente en el amor, te envié
un mechón de mis cabellos.
No era solamente Adamo que hablaba
de esa fantasía romántica.
Fuí yo con todos mis dedos.
Con todas las letras en el papel perfumado.
La tinta corría velozmente por el bolígrafo.
La carta llegaría a su destino.
...Y las postales que mandé.
Y esas palabras de amor, frases de amor,
misivas de amor, las guardo, pero en otra
casa, para que ya no duelan.
El libro de Rivera Letelier que compré para
tu cumpleaños, se fué en una golondrina sucando
el mar con vientos nuevos.
Aun conservo las hojas de papel que escribiste
en el mismo hueco que dejaste en mi
corazón.
Cuando estabas solo, cuando estabas conmigo
y soñábamos ese café en el boulevar.
Aún las fotos que me enviaste, como último
bastión de esta cruel guerra.
Las tengo guardadas como amuleto del porvenir.
Encadenado quedó el dolor.
Y caminé cuadras sonánbula cuando te fuíste.
Porque te marchaste, por la via equivocada.
Tantas promesas al viento,¡ tantas promesas !
Y los libros que me enviaste desde Florencia.
Las entradas o los Museos, los billetes, los
tickets.
El libro de Poesía Aragonesa de Angel Guinda
aún lo tengo.
Y el colgante de estrella de plata con sus
pendientes aún los conservo.
Eras el hombre de las estrellas ¿recuerdas ?
Aquel que me pedía que mirara el mar...






Con Derechos de Autor.
Santiago de Chile 2014.-

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