domingo, 24 de agosto de 2014

Tarde de Azules

TARDE DE AZULES





La tarde caía apenas
vecina al romeral y a los
cuajados quesos con
pimentón verde.
Una tabla en la cocina
de roble.
De ventanas amarillas.
De rosas en el florero.
De voces escudriñando
las enrredaderas.
Y la guitarra sonando
adormilada,
ebria de vida.
Amontonando recuerdos ocres,
sobre las hojas muertas.
El ladrido del mar
y la fuerza
en el ronco graznido de un cuervo
Verdes marejadas, desde tu ausencia
hasta tu almohada.
Hasta la blanca espuma,
limite de tus pies.
Y tus manos y tus ojos
como llagas luminosas
de aguamarina pulida
Entonces ...
no supe leer los mensajes de tu abrigo.
De tu alcoba y de tu bolsón.
Vaciamos el cielo
con sábanas azules.
Con oleos de las pinceladas furtivas.
Con  besos provistos de alguna
tenue luz en el sillón.
Y no me daba cuenta que me
herías las faldas
a cada caminar tuyo sobre la escala vigía.
La casa azul, la madera
recogida con tus manos de calor.
El fuego, en la morisqueta del águila.
La tardanza en el miedo.
El triste mirar de un pez.
El estertor de un aterrizado avión
Juan Fernández queda del otro lado
de tu lluvia, allá donde las piedras
y pañuelos mojan la carne inerte


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