miércoles, 30 de julio de 2014

DESVARIOS

DESVARIOS De: Ingrid Pereira Mesecke, 23,07,2014, Chile.

30 de julio de 2014 a la(s) 14:09
Me siento
una amalgama
de cosas diseminadas y distintas,
por estas largas horas
de las ausencias infinitas.
De las acuarelas, de las nebulosas.
Donde los cuervos empiezan
a volar el alma...
y entonces crujen
los imponderables
requebrajados de plieges,
al lado perceptible
del musgo.
Y esas mismas aves negras corroen
cualquier fatal asomo
de certeza en el acertijo.
En las zonas nunca vistas.
En los recodos oscuros.
En los tramos escondidos.
Donde la luna silente,
se vuelve un triste espejismo.
Cabeza, tronco y extremidades.
Vaya los subterfugios !!
Vaya cráneo, vaya materia
gris-oscura.
Vaya materia gris-clara !
donde inoculamos sentido.
Vaya alma y Espíritu pensante.
Troncos caídos de la Filosofia.
El círculo de la perplijidad
apostaría que está en tí ahora,
en este preciso instante,
en este enclaustrado lugar
apuntando a tu cabeza
como una ráfaga
de incertidumbre.
Talvez locura dices.
Talvez tiemblas.
Talvez se fué el deseo.
Los límites, los acordes
no se cuales son.
O quien danza a la deriva.
Cual es el juez.
Y cual la calumnia.
Cual la verdad
vertida en el pozo
de mis sueños.
Cual la duda.
Cual el tropiezo.
Quien es dueño
de las solapas
blancas de la verdad.
O de la piedra angular
negra y oscura del desvarío.
Donde está el mago,
el payaso, el poeta
el carcelero.
Quien es mejor que el medigo.
Quien más sabio. 
Quien más rico.
Quien más debil en la hoguera
de los infortunios.
Cuanto mide tu andar.
Cuanto calibra
el diametro de tu corazón.
Cuanto la aventura.
En que cielo
dejaste la comba de tu acento.
En que mar vaciaste las perlas.
Las lágrimas doradas
o el delirio.
A quien culpas de tu muerte.
O del flagelo de tu tristeza
Cuantos peldaños soberbios subes.
Y cuantos bajas humillado.
La corteza de la paz no es tan debil.
La de la voluptuosdad
de tus deseos, exagerada.
Con que mano cortas el trozo de pan.
Con cual escondes la piedra.
Con que tromba de viento
le escupes la cara al bandido.
Y con que maquillaje adornas
tu estupidez.
Amarizas en el río.
Y ríes en el agua sagrada
de un templo de miedo.
De horrores sacrílegos.
De una filigrana de religiosidad
que no es más que una telaraña
urdida de estertores morbosos.
Escorias detrás de un sepulcro
blanqueado de cicatrices y ritos.
Lujuria entonces, aplausos.
El pecado lo lavamos
con un par de guantes limpios.
Me van a matar los fieles.
Me van a cercenar el cuello si hablo
de vampiros.
Bocanadas de fuego, volcán encendido.
La boca del Príncipe es su propio pozo
sombrió.
Su tumba de epitafios hostiles.
Porque no fué mas
que un pez escurridizo
cuando hubo de abandonarte.
El encintado era rosa.
El príncipe se quedó dormido.
La bocanada de estiercol pudo más
que la luz de unos ingenuos gemidos.
Estallan espermios viriles y  te sales
del camino.
Unos se acobardan de luces.
Otros desnudos.
Otros vestidos.
Que sirena ulula en tu andar sigiloso.
En la musa interior de tu destino.
Y cual es el miedo de tu corazón.
Ahora que ya has parido
Remotos letargos de cantos.
Cantos que no son mas
que bocinas y altoparlantes
de algun orgullo desmedido.
Una atrofiada conciencia
Y un Mundo enmudecido.
Si en esta Guerra se matan
Israelíes y Palestinos.
A quien le importa un carajo
si el muerto no es tu niño.
Gandhi, era un sabio.
Kahlil...entonces un brujo misterioso
un adelantado, un mito.
Marat...que ícono de crueldad.
Rimbaud el maldito.
Donde se fue quedando la alegría.
Con que pasos agigantados
pasó de largo.
Porque voltió la cara.
Vistiéndose de flor enmarañada
en las orillas del frío.
No debiera desvastarse 
por los escondrijos,
aunque solo fuera  utopía
o la esfera de un prejuicio.
Y no trueques alegría,
por un par de abanicos.
Ni decaigas desprovisto
si no alcanzate el nido.
Nada haya en tu suerte
ni pase desapercivido 
ese esmerado semblante
abierto y agradecido.


domingo, 6 de julio de 2014

Los jardines del sueño

Los jardines del sueño.

6 de julio de 2014 a la(s) 11:23
Quiero los jardines del sueño
donde tus raíces crescan
como estalactitas
de fuego,
bajo la tierra húmeda.
Donde las rosas rojas
y anaranjadas se rián
a carcajadas multicolores
y el sol, el rayo del sol
caiga sobre los petalos rosa
de alguna naciente
hortensia escondida.
Quiero que el abanico celeste
del aire,
impulse todas mis razones.
De ser en la gloria.
De ser en el suspiro.
De ser en el alma blanca
pálida
de una fuente de jazmines.
Mas profundo que el génesis
se arrope mi vestido de 
orquídeas luminosas.
Filigrana ensangrentada
de corales
en el ascender de un copihue.
Cante la luna llena sobre
el suspiro anhelante
de una lavanda violeta.
Cante el grito de la noche
sobre el marfilado abanico
de un crisantemo dormido.
Cante y baile la lluvia
sobre el velo de un
clavel asustado. 
Nada más quiero
en el crepúsculo teñido
de aromas.
En esa particular bajada
de las flores; a la
memoria orillada
de mis caminos.