viernes, 28 de marzo de 2014

EL NIÑO DE LA LUNA

EL NIÑO DE LA LUNA



El niño de la luna
tiene los pies frìos.
Amoratados de escombros
en la pobreza infinita.
Escarchados de piedras heladas.
Desnudos, blancos y selenitas.
El paso duele a cada guijarro
en el polvo del silencio
triste y oscuro.
Los tiene de barro,
marchitos de estrellas aguadas,
de làgrimas salobres,
de viento huracanado.
Los tiene ateridos de lluvia,
de nubarrones grises
con caìdas de torrentes
en la abertura suprema
de las aguas.
El niño de la luna
tiene los pies escondidos
de cicatrices perennes,
bajo las ràfagas nevadas.
Tiene las plantas dormidas.
Tiene los pies finos
con filigranas de hielo
y asombro.
Con crujidos de viento
en las raìces de sus nudosos
plieges de piel y olvido.
Los tiene fràgiles,
los tiene mordidos de telarañas.
El niño de los pies de lodo
y de arcillas,
en la mañana camina
descalzo, masticando penas,
en dònde no pisa una flor,
sino pisa una tumba.